Seguimos en esa noche de enero en la que la ingenua Elis contestó algo así como “sí, pero si vos preferís que no pase nada estoy bien con eso” y su amiga respondió: “no, te digo en serio, dale para adelante”.
OK. Igual solo me di dos besos en mi vida y miren estos cachetes no me va a dar bola, seguro solo quiere ser mi amigo y además me dijeron que solo me quería para ¢#%@ y, y, y…
Con esa mentalidad llegamos a la casa de Seba que estaba solo porque la madre se había ido a Mardel. La idea era comer, quedarnos ahí y después ir a dormir a lo de Dani, pero como siempre pasaba en esas reuniones, terminábamos tirando algunos colchones y “dormitábamos” hasta que se hacía de día porque nadie quería volver de Ciudadela a las 3 am. En mi casa sabían que yo dormiría en lo de Dani así que todo tranca palanca.
Esa noche, como siempre, vimos videos de Los Perales, hicimos fotos con la única cámara digital del grupo (iban a Fotolog) y comimos un montón de porquerías. Una de las costumbres que teníamos era la de coser (literalmente) las gomitas de gusanitos y hacer uno gigante porque uno hace muchas cosas estúpidas de joven.
Lo que más recuerdo de cuando entramos a la habitación de Seba es que sus sábanas eran de River y no tenía frazada. Lo reté porque era mi amigo y podía (“¿cómo te vas a sentar directo en la sábana?”) y me dijo que era verano y no se usan acolchados en verano.
Llegó la hora de tirarnos hasta que se hiciera de día y Seba trajo dos colchones para el piso y se tiró en la cama. “Vení Eli, vos acá y que ellos se dividan dos por colchón”. No sé si fui clara con esto de que me había dado dos besos en mi vida y que el único masculino con el que me había acostado era mi perrito Simba cuando se tiraba a dormir la siesta conmigo.
Apagamos las luces, nos tiramos todos en los lugares correspondientes y con Seba quedamos de frente pero estaba todo oscuro y ninguno se movía. No sé cuánto tiempo pasamos inmóviles hasta que sentí que con la yema del dedo me acariciaba una de las mejillas que tanto terror me daban, luego acercó la cara y me dio el beso más suave y tierno DE LA VIDA. Fue un beso corto, sin decir nada. Después apoyó la mano en mi cintura y nos dormimos.